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viernes, 27 de noviembre de 2020

El Diego de la gente

Autor: Profesor José Sebastián Melone


Desde este blog no queríamos dejar pasar la oportunidad de dedicarle unas pocas palabras al Gran Diego Armando Maradona, nuestro Diego, el cebollita, el Pelusa de Villa Fiorito.




 El peso de la historia nos golpeó de lleno al enterarnos de la muerte de nuestro eterno ídolo, idolatría que no solo se circunscribe al campo de juego, como se verá más adelante.

 

El mediodía del 25 de noviembre pasado una dura noticia nos sacudió del sopor de un día caluroso y húmedo, Diego, había pasado a la inmortalidad, parecía mentira, no la vimos venir, o mejor dicho no la pudimos ver venir porque para los argentinos nuestros héroes son inmortales.

 

En este homenaje queremos dejar de lado los datos duros, que de por si no nos dicen mucho y en cambio reivindicamos el factor subjetivo de nuestras apreciaciones sobre D10s.

 

En medio de tanto dolor e incredulidad por la perdida de nuestro pueblo, quizás la primera afirmación que estamos en condición de esbozar es que Diego fue el máximo ídolo nacional (y mundial) de todos los tiempos, amado por ambos sectores de la grieta, mejor dicho, idolatrado por todos los sectores sociales, ricos y pobres, pero no por igual.

 

La segunda apreciación que necesitamos hacer está íntimamente relacionada a lo dicho mas arriba, un sector de la sociedad lo idolatraba, pero ejerciendo el auto proclamado rol de “policía de la moral” se quedaba solo con su faceta deportiva, ya que para ellos era importante vivir de la comidilla de medios amarillistas que exhibían la vida privada del Diez como si fuera un espectáculo revisteril.

Para esta gente es sencillo y cómodo señalar los errores de un pibe que salió de la villa y de pronto se encontró con un mundo para el cual ningún ser humano sobre la tierra esta en condiciones de sobrellevar, el planeta del super estrellato.

Como nunca nos gustó la moralina barata y el rol de los que acusan con un dedo los errores ajenos y no ven los propios, por ello es que es necesario diferenciarnos.

 


Para el pueblo en cambio Diego fue mas que un futbolista que les dio tal vez las únicas alegrías genuinas a una existencia condenada a la miseria y el desprecio de los poderosos.

Esto de por si es algo inconmensurable y que pocos deportistas lo han logrado, pero Diego fue más, mucho más, un hijo del pueblo, salido de las entrañas de una villa miseria, el Diego, el que siempre le planto el rostro a los poderosos, el que en su voz puso la de los millones de invisibilizados por un sistema capitalista cada vez mas cruel.

 


Diego el que le planto pelea a la FIFA mucho antes de que se destapara la cloaca de la corrupción.

Maradona el que se enojó con Juan Pablo II por la opulencia del Vaticano.

Pelusa el que banco a los jubilados durante la nefasta década del 90.

D10s que le planto batalla a Mauricio Macri cuando este era presidente de Boca y el jugador.

Dieguito, el que amaba a sus padres e hijas.

Podrán decir a esta altura y pensar en su faceta mas oscura, el de los hijos no reconocidos, el de la violencia de género, ese también fue Diego, pero era así, el más contradictorio de los seres humanos, con Diego nada era a medias, o lo querías o lo odiabas.

 


Para los extranjeros es difícil comprender el gol a los ingleses, el primero, el de la mano de Dios.

Pongamos las cosas en su contexto, vamos al Mundial de México 86, cuartos del final a todo o nada, el que pierde se va a casa, el que gana sigue, ganar o perder.

En Argentina vivíamos la primavera alfonsinista con la vuelta de la democracia luego de una sangrienta dictadura que duro de 1976 a 1983 y que hizo mucho daño en el país, abriendo heridas muy profundas, que aun no se han cicatrizado del todo.

En 1982 con el pueblo ya cansado del gobierno militar, estos genocidas no tuvieron mejor idea que apelar a una causa nacional, como la de la soberanía de las islas Malvinas, en manos británicas desde 1833, con la idea de mejorar su imagen ante el conjunto de la sociedad.

el 2 de abril de 1982 en un operativo militar Argentina tomaba posesión de las islas, Galtieri (usurpador del poder ejecutivo) creía que esta acción serviría para presionar a Gran Bretaña y poder tomar posesión real de las islas, grave error, alrededor de un mes más tarde comenzaba la guerra de Malvinas, con el consiguiente desastre que resulto para la Argentina (650 soldados, en su mayoría pibes de 18 y 19 años con poca instrucción militar, muertos y 255 soldados británicos fallecidos).

Una guerra que, como todas, era evitable y que abrió heridas que nunca sanaran en la sociedad argentina y en cada ex combatiente.

 

Cuatro años mas tarde, un 22 de junio con el marco imponente del Estadio Azteca como fondo ideal para la justa deportiva, Argentina e Inglaterra se encontraban en cuartos de final.

 

Para los argentinos no era un partido más, era un evento que nos interpelaba en los mas hondo de nuestra fibra nacional, ganar no nos iba a devolver las islas ni mucho menos las vidas de los soldados, pero si nos iba a dar una gran alegría.

Maradona y los suyos sabían de esto, porque muchos de ellos eran contemporáneos a la guerra y a los soldados que lucharon la guerra, conocían mejor que nadie de la importancia del juego y tenían también sentimientos encontrados.

 

A los 6 minutos del segundo tiempo Maradona avanza con la pelota, se la pasa a Batista al borde del área grande, un defensor ingles despeja la pelota enviándola al centro del área, Maradona que entra solo, Shilton (arquero ingles) que sale a despejar el peligro, en un movimiento engañoso Diego salta y parece llegar con la cabeza a tocar la pelota por sobre Shilton, la pelota entra pasmosa al arco, Diego sale hacia el banderín del córner gritando el gol, acto seguido todos los jugadores ingleses se quejan con el árbitro de una mano de Maradona, no hay reclamos que valgan, el gol ya está validado, la reparación histórica, la Mano de Dios, la alegría del pueblo, la alegría del que le roba algo al poderoso que forjo su historia basada en el saqueo y la expoliación, el gol a los piratas, la trampa a los reyes de la trampa, la picardía del pueblo liso y llano ante los poderosos, el engaño hecho poesía de la mano del artista máximo del fútbol. Así lo entendimos los argentinos, así lo sentimos.

 

Así definió El Gráfico a la Mano de Dios

Como si eso fuera poca la humillación para los creadores del fútbol, después vendría el gol soñado por todo aquel o aquella que alguna vez haya jugado a la pelota, pasar a todos los contrarios y marcar el gol.

Me refiero al mejor gol de la historia de los mundiales, y miren que ha habido muchos que son dignos de un cuadro de Picasso, pero el de Diego es de otro planeta.

 

El gol del siglo narrado por su artífice 

La grandeza de Maradona está llena de hechos del calibre que contamos mas arriba, pero quedaran para otra oportunidad, solo es un botón de muestra de la capacidad de este genio de la pelota.

Maradona el verdadero crack, el que con su sola presencia en la cancha volvía mejores jugadores a sus compañeros de turno.

Diego el del pecho inflado y la mirada desafiante.



D10s, el que era capaz de acuñar frases de antología, como la que dijo el día de su partido despedida: “Yo me equivoque y pague, pero la pelota, la pelota no se mancha”.

 

"La pelota no se mancha"

Diego el amado, el odiado por su vida personal desordenada, el hijo, el hombre, el Dios, el inmortal, al que se quiere u odia sin términos medios, nosotros elegimos amarlo por las alegrías que nos dio y por sobre todo su militancia política, siempre del lado de los explotados.

 

La gloria es eterna



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