Autor: Profesor José Sebastián Melone
Desde este blog no queríamos
dejar pasar la oportunidad de dedicarle unas pocas palabras al Gran Diego
Armando Maradona, nuestro Diego, el cebollita, el Pelusa de Villa Fiorito.
El mediodía del 25 de
noviembre pasado una dura noticia nos sacudió del sopor de un día caluroso y húmedo,
Diego, había pasado a la inmortalidad, parecía mentira, no la vimos venir, o
mejor dicho no la pudimos ver venir porque para los argentinos nuestros héroes son
inmortales.
En este homenaje queremos
dejar de lado los datos duros, que de por si no nos dicen mucho y en cambio
reivindicamos el factor subjetivo de nuestras apreciaciones sobre D10s.
En medio de tanto dolor e
incredulidad por la perdida de nuestro pueblo, quizás la primera afirmación que
estamos en condición de esbozar es que Diego fue el máximo ídolo nacional (y
mundial) de todos los tiempos, amado por ambos sectores de la grieta, mejor dicho,
idolatrado por todos los sectores sociales, ricos y pobres, pero no por igual.
La segunda apreciación que necesitamos
hacer está íntimamente relacionada a lo dicho mas arriba, un sector de la sociedad
lo idolatraba, pero ejerciendo el auto proclamado rol de “policía de la moral”
se quedaba solo con su faceta deportiva, ya que para ellos era importante vivir
de la comidilla de medios amarillistas que exhibían la vida privada del Diez
como si fuera un espectáculo revisteril.
Para esta gente es sencillo y cómodo
señalar los errores de un pibe que salió de la villa y de pronto se encontró con
un mundo para el cual ningún ser humano sobre la tierra esta en condiciones de sobrellevar,
el planeta del super estrellato.
Como nunca nos gustó la moralina
barata y el rol de los que acusan con un dedo los errores ajenos y no ven los
propios, por ello es que es necesario diferenciarnos.
Para el pueblo en cambio Diego
fue mas que un futbolista que les dio tal vez las únicas alegrías genuinas a
una existencia condenada a la miseria y el desprecio de los poderosos.
Esto de por si es algo
inconmensurable y que pocos deportistas lo han logrado, pero Diego fue más, mucho
más, un hijo del pueblo, salido de las entrañas de una villa miseria, el Diego,
el que siempre le planto el rostro a los poderosos, el que en su voz puso la de
los millones de invisibilizados por un sistema capitalista cada vez mas cruel.
Diego el que le planto pelea a
la FIFA mucho antes de que se destapara la cloaca de la corrupción.
Maradona el que se enojó con Juan
Pablo II por la opulencia del Vaticano.
Pelusa el que banco a los
jubilados durante la nefasta década del 90.
D10s que le planto batalla a
Mauricio Macri cuando este era presidente de Boca y el jugador.
Dieguito, el que amaba a sus
padres e hijas.
Podrán decir a esta altura y
pensar en su faceta mas oscura, el de los hijos no reconocidos, el de la violencia
de género, ese también fue Diego, pero era así, el más contradictorio de los
seres humanos, con Diego nada era a medias, o lo querías o lo odiabas.
Para los extranjeros es difícil
comprender el gol a los ingleses, el primero, el de la mano de Dios.
Pongamos las cosas en su
contexto, vamos al Mundial de México 86, cuartos del final a todo o nada, el
que pierde se va a casa, el que gana sigue, ganar o perder.
En Argentina vivíamos la
primavera alfonsinista con la vuelta de la democracia luego de una sangrienta
dictadura que duro de 1976 a 1983 y que hizo mucho daño en el país, abriendo
heridas muy profundas, que aun no se han cicatrizado del todo.
En 1982 con el pueblo ya
cansado del gobierno militar, estos genocidas no tuvieron mejor idea que apelar
a una causa nacional, como la de la soberanía de las islas Malvinas, en manos británicas
desde 1833, con la idea de mejorar su imagen ante el conjunto de la sociedad.
el 2 de abril de 1982 en un
operativo militar Argentina tomaba posesión de las islas, Galtieri (usurpador
del poder ejecutivo) creía que esta acción serviría para presionar a Gran
Bretaña y poder tomar posesión real de las islas, grave error, alrededor de un
mes más tarde comenzaba la guerra de Malvinas, con el consiguiente desastre que
resulto para la Argentina (650 soldados, en su mayoría pibes de 18 y 19 años con
poca instrucción militar, muertos y 255 soldados británicos fallecidos).
Una guerra que, como todas,
era evitable y que abrió heridas que nunca sanaran en la sociedad argentina y
en cada ex combatiente.
Cuatro años mas tarde, un 22
de junio con el marco imponente del Estadio Azteca como fondo ideal para la
justa deportiva, Argentina e Inglaterra se encontraban en cuartos de final.
Para los argentinos no era un
partido más, era un evento que nos interpelaba en los mas hondo de nuestra
fibra nacional, ganar no nos iba a devolver las islas ni mucho menos las vidas
de los soldados, pero si nos iba a dar una gran alegría.
Maradona y los suyos sabían de
esto, porque muchos de ellos eran contemporáneos a la guerra y a los soldados que
lucharon la guerra, conocían mejor que nadie de la importancia del juego y tenían
también sentimientos encontrados.
A los 6 minutos del segundo
tiempo Maradona avanza con la pelota, se la pasa a Batista al borde del área grande,
un defensor ingles despeja la pelota enviándola al centro del área, Maradona
que entra solo, Shilton (arquero ingles) que sale a despejar el peligro, en un
movimiento engañoso Diego salta y parece llegar con la cabeza a tocar la pelota
por sobre Shilton, la pelota entra pasmosa al arco, Diego sale hacia el banderín
del córner gritando el gol, acto seguido todos los jugadores ingleses se quejan
con el árbitro de una mano de Maradona, no hay reclamos que valgan, el gol ya está
validado, la reparación histórica, la Mano de Dios, la alegría del pueblo, la alegría
del que le roba algo al poderoso que forjo su historia basada en el saqueo y la
expoliación, el gol a los piratas, la trampa a los reyes de la trampa, la picardía
del pueblo liso y llano ante los poderosos, el engaño hecho poesía de la mano
del artista máximo del fútbol. Así lo entendimos los argentinos, así lo sentimos.
Como si eso fuera poca la humillación
para los creadores del fútbol, después vendría el gol soñado por todo aquel o aquella
que alguna vez haya jugado a la pelota, pasar a todos los contrarios y marcar el
gol.
Me refiero al mejor gol de la
historia de los mundiales, y miren que ha habido muchos que son dignos de un
cuadro de Picasso, pero el de Diego es de otro planeta.
La grandeza de Maradona está
llena de hechos del calibre que contamos mas arriba, pero quedaran para otra
oportunidad, solo es un botón de muestra de la capacidad de este genio de la pelota.
Maradona el verdadero crack, el
que con su sola presencia en la cancha volvía mejores jugadores a sus compañeros
de turno.
Diego el del pecho inflado y
la mirada desafiante.
D10s, el que era capaz de
acuñar frases de antología, como la que dijo el día de su partido despedida: “Yo
me equivoque y pague, pero la pelota, la pelota no se mancha”.
Diego el amado, el odiado por
su vida personal desordenada, el hijo, el hombre, el Dios, el inmortal, al que
se quiere u odia sin términos medios, nosotros elegimos amarlo por las alegrías
que nos dio y por sobre todo su militancia política, siempre del lado de los explotados.
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