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viernes, 18 de agosto de 2023

El día que los Jugadores de River se Negaron a Jugar

Corría el mes de febrero de 1982, y como era una sana costumbre de nuestro fútbol, durante el verano la redonda se trasladaba al estadio mundialista de Mar del Plata.

Fue, justamente, un día miércoles 10 de febrero a las 22:15 mas precisamente, momento en que estaba programado un amistoso entre River Plate y Peñarol de Montevideo, ambos equipos repletos de grandes figuras del futbol mundial, entre ellos: Fillol, Pasarella y Gallego por River y eñ "Potro" Morena por el lado visitante.

Todo estaba listo para el encuentro, la gente en las tribunas, los jugadores de Peñarol en los vestuarios, pero faltaba algo, faltaban los jugadores de River, quienes se negaron a jugar debido a no haber arreglado una prima de 1000 dólares por el amistoso, mientras que desde el lado de Aragón Cabrera (presidente de River) la oferta era bastante menor a los solicitado, solo 200 dólares. Por dicho motivo los jugadores riverplatenses se negarían a jugar el amistoso, hecho que quedo registrado en el Gráfico, desde cuya editorial anteponían el amor por la camiseta por sobre el dólar, apelando a lo emocional y proponiendo “marcar fronteras económicas” con la finalidad de que los sueldos de los jugadores no se devoren las arcas de los clubes.




A continuación, compartimos una transcripción de la editorial de el Gráfico N° 3254 del 16 de febrero de 1982.


Hay una primera actitud que está por sobre todas las demás: la actitud del amor.

Nuestro amor por el deporte - en este caso el fútbol - nos provoca dos sentimientos: TRISTEZA Y DOLOR. Así sentimos lo perpretrado por los jugadores de River y así se lo reclamamos.

Más allá de la raíz conflictiva, por encima de negociaciones y enfrentamientos, creemos que los jugadores profesionales no deben perder la perspectiva prioritaria de su vocación, de su respeto al público y adversarios y —fundamentalmente— de su respuesta afectiva a la camiseta que tienen el honor de defender.

Es constitucional el derecho de negociar; no es válido, bajo ningún concepto, el pragmatismo coercitivo para alcanzar tales logros económicos.

No discutimos aquí quién tiene razón, decimos con tristeza que los jugadores de River consumaron un hecho descalificador a la dignidad profesional.

Primero cumplir, después discutir: primero asesorarse, después reclamar “justicia”; primero jugar, después todo lo demás, Los jugadores de River hicieron todo al revés.

Y aunque nuestro propósito no es señalar causas y razones, una cosa queda clara: HAN VULNERADO EL ESPIRITU DEPORTIVO, COMO SI EL BOLSILLO FUERA MAS AMPLIO QUE EL CORAZON.

No somos retrógrados ni ingenuos; no estaba en juego el pan de nadie, no se discutía por doscientos dólares para comer, sino por doscientos dólares que iban detrás —en varios casos— de 22.000 dólares mensuales, según el presidente Aragón Cabrera.

No estábamos frente a un caso de características vitales como la que atravesaron y aún atraviesan jugadores de muchos clubes: por el contrario, se trataba de establecer una regalía al margen de primas, sueldos y premios de perfiles ordinarios.

Por supuesto, todo conflicto necesita, por lo menos, de dos partes. Y los dirigentes no están eximidos de responsabilidad. Una política generosamente suicida de retribuciones, escalas de premios especiales por tal o cual triunfo, la dilapidación de dinero en momentos internos especiales en procura de logros deportivos, llevan, irremediablemente, a situaciones límite como éstas.


Los jugadores de Peñarol, mitad saludando, mitad retirandose.


Después, a la hora de la marcha atrás, se afronta una subida inexpugnable matemáticamente hablando. Si de una buena vez no se toma el estilo de Ferro, Vélez o Independiente, el “monstruo” terminará devorando a aquellos que desatinadamente no supieron marcar fronteras económicas y financieras.

El amor por el fútbol nos hace sentir con tristeza y dolor. Sería bueno que un viento puro limpiara el ámbito enrarecido en que se ha sumergido el fútbol. Un ámbito brumoso dentro del cual ha caído el propio Menotti. Las inoportunas declaraciones políticas del director técnico de la Selección Nacional no favorecen al próximo objetivo. Por el contrario, podrían dividir opiniones que debiliten la mística creada por el “equipo de todos" y hasta vulnerar la solidez de un grupo humano potencialmente obligado a opinar “a favor o en contra”, en un momento en que más que dividir se impone sumar.


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